PROCLADE COLVEN

RECONOCER AL OTRO/A COMO INTERLOCUTOR VÁLIDO es una oportunidad para que se allanen caminos que conduzcan al diálogo, a la escucha y a la posibilidad de la comprensión auténtica. Porque el reconocimiento es ya un modo de encuentro que puede cambiar a los que deciden aparecer ante la presencia del otro/a y encontrarse en un lenguaje que transforma.

Nuestro lenguaje no es una construcción vacía. Está cargado de historias, de relatos, de luchas, de fracasos, de sufrimientos, de prejuicios; y de un ir y venir de experiencias compartidas que lo hacen vivo, dinámico y desafiado a la verdad. De no sentipensar esta experiencia dialógica, se estaría entrando en el terreno del leguaje impositivo, insultante y ofensivo; – y como lo han padecido muchos cuerpos, rostros y territorios de nuestro país –; en un lenguaje que mutila la vida y la esperanza.

Hoy, necesitamos con urgencia refundar el lenguaje que se construye con nuestras palabras, sean personales o colectivas. Muchas de las palabras con las cuales nos encontramos cotidianamente en las redes sociales, en los medios de comunicación oficial y en la jerga política se caracterizan por las falsas noticias, la manipulación mediática y la demagogia. Porque el lenguaje que prevalece en muchos sectores de nuestra sociedad en la que vivimos es el de la ideología, no aquel del conocimiento, la sabiduría y la ancestralidad compartidas; aquel del frenesí, no aquel de la experiencias significativas; aquel de la amenaza, no aquel del cuidado ético del otro/a; y sobre todo es el lenguaje del mandato, no de la verdad, de la construcción de verdades colectivas. Necesitamos habitar un lenguaje que nos permita imaginar y jalonar el futuro para nosotros y para las próximas generaciones.

Con este espacio CRE-SER «Comunicación e Incidencia» sintámonos convocados en todos los ámbitos de la vida en los cuales nos movemos, a hacer del diálogo un principio colectivo y «sabroso»; es decir, un diálogo cargado de prudencia, sabiduría práctica y acogedor de la diferencia y lo diferente. Nuestro diálogo personal, social, incluso el político, no puede abandonar su vocación de significado compartido, de ser una expresión del acuerdo, del disenso, de ese intercambio que nos permite viajar hacia el consenso, en todo momento en que las coyunturas parecieran no tener una salida dialogada y pacífica… Como dice el poeta “que cada palabra lleve lo que dice. / Que sea como el temblor que la sostiene. / Que se mantenga como un latido. […]. (Rafael Cadenas). Que el lenguaje CRE-SER en el que habitamos durante todos estos meses nos sigan «apalabrando y encontrando» en la búsqueda de la justicia restaurativa, la paz profunda y la verdad colectiva.

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